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Los divertículos consisten en protrusiones en forma de saco que aparecen en los puntos débiles de la pared del colon y habitualmente son asintomáticos. La enfermedad diverticular se desarrolla cuando aparecen síntomas y su etiopatogenia es probablemente multifactorial, aunque no está del todo esclarecida. La diverticulosis complicada incluye la diverticulitis aguda que constituye la complicación más frecuente y uno de los motivos más habituales de consulta en los servicios de urgencias, y la hemorragia diverticular, una de las causas más frecuentes de hemorragia digestiva baja en nuestro medio. El diagnóstico de la diverticulitis aguda se establece con la tomografía computarizada de abdomen y el de la hemorragia mediante la realización de una colonoscopia completa, para la cual se recomienda una adecuada preparación previa del paciente mediante la toma de solución laxante oral. El tratamiento de la diverticulitis aguda se ha basado clásicamente en el uso de antibióticos, si bien la evidencia actual apoya la disminución del uso de tratamiento antibiótico en pacientes con diverticulitis aguda no complicada. En esta patología los antibióticos deben ir dirigidos contra una etiología polimicrobiana constituida por bacilos gramnegativos y anaerobios principalmente.