Rehabilitación domiciliaria en el paciente con COVID-19
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Los pacientes con infección por COVID-19, atendiendo a porcentajes que reporta el Centers for Disease Control and Prevention (CDC), desarrollan: el 81% cuadros leves, el 14% cuadros moderados que precisan atención hospitalaria y el 5% cuadros severos o críticos que precisan ingreso en UCI. Tanto los pacientes infectados con síntomas leves como los pacientes convalecientes tras el alta hospitalaria deben permanecer en su domicilio, habitualmente en una estancia reducida, con poco espacio de movimiento, condiciones que favorecen la fatiga precoz y el dolor muscular. Esta particularidad, asociada a un aumento significativo de las horas de reposo o sedestación, provoca una disminución de la fuerza muscular y un peor manejo de las secreciones pulmonares. Asimismo, la permanencia en aislamiento puede afectar a la esfera psicológica, conllevando un aumento de la ansiedad, de la depresión y de la falta de motivación. Lo que hace necesario diseñar un programa de rehabilitación domiciliaria adaptada a la problemática actual. La rehabilitación podría mejorar la sensación de disnea, aliviar la ansiedad y la depresión, y prevenir la incidencia de complicaciones asociadas al proceso: neuropatías, miopatías, disfunciones articulares, úlceras por presión, fibrosis residual pulmonar, alteraciones del equilibrio y un largo etcétera. Asimismo, dada la estancia prolongada en cama, se podría producir un desacondicionamiento físico que, tras superar la fase de infección, impidiera volver a la funcionalidad previa, así como un importante proceso osteopénico subsecuente. La rehabilitación domiciliaria debe ser individualizada y recomendada según las características de cada paciente. En este artículo se dan recomendaciones para la intervención rehabilitadora domiciliaria, dirigida a restablecer las habilidades motoras preexistentes y promover una recuperación física y psíquica con el menor impacto posible.