Las enfermedades cerebelosas tienen una amplia variedad de causas cuya diferenciación comienza con una historia y exploración física completas. Resulta necesario conocer bien la anatomía y la función del cerebelo y aproximarse a ellas de forma práctica en función de la edad del paciente y del comienzo temporal de los síntomas. En algunos casos, el diagnóstico será prácticamente directo y, en otros, se precisarán pruebas de laboratorio y genética de complejidad creciente o de neuroimagen avanzada para su correcta identificación. Tanto en la situación de urgencia neurológica como en el estudio de las formas crónicas, siempre tendremos en mente la búsqueda de causas tratables, sin olvidar en el resto los tratamientos de apoyo o farmacológicos sintomáticos. Las causas hereditarias contarán con el consejo genético, asegurando una adecuada comunicación y comprensión de todos los aspectos prácticos y éticos del proceso.